Tras una larga espera, debido a la pandemia, por fin el pasado 9 de noviembre volvimos a acompañar a Nuestra Madre la Virgen de la Almudena por las calles de su Madrid.
Sacar brillo a la trompeta y al trombón, ajustar bien el parche, afinar la corneta, el traje bien planchado, betún en los zapatos y todas las partituras revisadas… Esta fue la rutina de muchos de nuestros componentes el lunes 8 de noviembre. Y es que, todo tenía que estar perfecto ya que tras unos largos 371 días… 24 meses… 2 años… muy, muy largos… volvíamos a acompañar a nuestra patrona por las calles de la capital.
El martes comenzó muy temprano para nosotros, 9.30 en San Pedro el Viejo y salimos rápidamente para esperar a las puertas de la catedral a la Virgen de la Almudena, a la que teníamos que acompañar hasta la Plaza de la Almudena, donde este año se celebraba la eucaristía en su honor. Sobre las 10.30 llegábamos a las puertas de la catedral y ahí comenzaban los nervios, llevábamos mucho tiempo esperando, y era un día especial para todos nosotros.
Por fin, nuestros hermanos anderos de El Pobre y Dulce Nombre nos la trajeron, y nuestras oraciones se convirtieron en notas musicales y en golpes de baqueta, todas ellas rogando por no volver a estar tanto tiempo separados y por todos los madrileños que ya no están con nosotros. Así, con un Ave María, la llevamos hasta la plaza y la esperamos mientras todo Madrid la honraba.
A las 12.30, comenzaba la procesión, este año por las calles aledañas a la catedral. Calle Bailén, Plaza de Oriente, de nuevo calle Bailén y llegada a la catedral. Un recorrido monumental en el que los madrileños acompañaron a nuestra madre y nos dieron su cariño con sus ánimos y aplausos… ¡Qué bonito es acompañarte!
Y llegadas las 15.00 de la tarde dábamos por concluida la procesión acompañando la entrada de nuestra patrona a la catedral, donde tuvimos el honor de tocarle una última marcha. Así, terminaba nuestro reencuentro con nuestra querida Virgen de la Almudena, que nos llenaba un poquito el corazón después de este largo parón.
Desde estas líneas, solo nos queda dar lar gracias un año más por tan gran honor a la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena y a la diócesis de Madrid.
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